Tal vez esa noche no dormí lo suficiente, o tal vez sí, pero lo
único que sé es que mi mente no paraba de revivir aquel beso, fue en sueños o soñando
despierta. Había sido tan mágico.
Por lo que ese día fui la primera en levantarme en aquel enorme
palacio, me vestí sin ayuda siquiera, me gustaba más hacerlo yo, que lo
hicieran por mi, parecía mentira, pero estaba más que segura que aquella vida
no era para mi, no sabía por que, pero no era esa vida la que quería para mi, a
pesar de que no recordaba nada de mi vida, solo lo que me habían contado, y
parecía como si esa no fuera mi verdad.
Tras vestirme cogí una manzana de la cocina a hurtadillas salí al
jardín, descalza, no quería caerme y volver a olvidar.
Caminé por aquel extenso jardín, pero esta vez no fui al lugar
donde me habían dado mi primer beso, mi primer beso mágico, o tal vez uno de
tantos numerosos besos, no lo recordaba, para ella era el primero.
Caminé hacia lo desconocido, hasta donde antes nunca había ido, se
dirigía hacia el este de la mansión, camino, camino y a lo lejos vio a alguien
montado a caballo, tenía elegancia al montar, por lo que por un momento pensó
que era Jean, pero a medida que se iba acercando podía asegurar que no se
trataba de él, al contrario era Thomas. ¿Qué hacia el allí?
-
¿Thomas? –Pregunté cuando ya solo estaba a dos
pasos de él.
-
¿Señorita Rebeca? –Se giró para comprobar que
se trataba de mí. - ¿Qué haces vos por aquí a estas horas?
-
No, no podía dormir, y me decidí levantar
antes.
-
No creo que debas estar por aquí, márchate.
-
Pero…
-
Nada de peros, por favor, márchese.
-
Esta bien.
Dije tras hacer una mínima reverencia, no entendía el por que me
trataba así, la noche anterior había sido tan bueno y educado conmigo, que
pensé que nos podríamos llevar bien, pero ya veo que me equivocaba.
No entendía nada. Porque había sido conmigo tan grosero, pronto lo
descubriría.
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