Está lloviendo, estoy cansada y tengo moratones por
todos lados, tengo miedo y el recorrido de las lágrimas se dibuja en mis
mejillas debido a la pintura de cara.
No me convence la idea pero no me queda otra que
hacer auto-stop, veo q unas luces se acercan,
haber si esta vez hay suerte, me levanto, estiro el brazo y subo el pulgar. El
coche se para y el joven conductor me
hace una señal para que pase y me siente, subo, mi frio cuerpo agradece que la
calefacción del coche este puesta, el conductor me mira extrañado. Era moreno,
alto, como mucho dos o tres años más mayor que yo, delgado, demasiado en mi opinión;
tenía el pelo descuidado, y eso le daba un cierto toque que me asustaba un poco,
decidí no pensar en ello. Me preguntó a donde iba y le conteste que adonde él
fuera, se extrañó pero no dijo nada. Cada dos por tres me miraba, al fin y al
cabo era normal debido a mi aspecto. Al final se decidió a preguntar.
-¿Qué te ha pasado ahí?- preguntó rozando con las
yemas de los dedos al moratón que tenía
en la mejilla.
Dude en contestar, él tampoco parecía esperar una
contestación, seguía mirando hacia delante conduciendo tranquilamente.
-Prefiero no hablarlo ahora .
Me echó una mirada rápida y siguió conduciendo. Al
rato volvió a hablar.
-No preguntare pero creo que deberías curarte esas
heridas.
Bajé la mirada. Se había dado cuenta, mis mil
esfuerzos por ocultar las heridas y moratones habían sido en vano, eran
demasiado evidentes.
-Tengo un botiquín en el maletero, si eso paramos un
momento y te curas la heridas.- siguió insistiendo,
asique no tuve más remedio que aceptar. Paró el coche a un lado de la carretera
y salimos fuera. Seguía haciendo frio y empecé a tiritar. Él me guió hasta el
maletero lo abrió y sacó un pequeño botiquín de viaje.
-Lo mejor será que primero te cures las de las manos
se te van a infectar.
Mire mis manos, realmente asustaban, estaban llenas
de cortes y no paraban de sangrar, hasta el momento no me había dado cuenta de
su estado, me quede petrificada, no pensaba que la situación llegara a tanto.
Al ver que no reaccionaba cogió mi mano derecha y empezó a quitarle los restos
de cristales que aún seguían clavados en
la palma. Cuando terminó le hecho agua oxigenada me escocía mucho pero
no me quejé.
-Parece que sabes lo que haces-. Dije asombrada de
su seguridad a la hora de sanarme las manos y la cantidad de instrumentos que
llebaba en el botiquin.
-Estudio Medicina-. Aclaró- Por cierto me llamo Jack
-Ela- Me presente brevemente, no tenía ganas de
hablar pero él sigue insistiendo en ello, seguidamente, como si supiera lo que
estaba pensado, comenta:
-Comprendo que no quieras hablar de lo que sea que
te haya ocurrido, pero comprende que me preocupe al ver a una niña de tu edad
con todos esos golpes y heridas-. Realmente parecía preocupado, repasé lo que
había dicho, ¿niña? Eso no, no había cosa que más me jodiera que eso, no era una cría y no me gustaba que me lo
llamaran.
-¿Niña?- Dije de modo que él entendiera que no soy
una cría.
Sonrió y levantó una ceja, parecía divertido. No
pude evitar sonreír. Cuando termino de curarme la otra mano y pasó a una
pequeña brecha en la cabeza.
-Bueno…- dudo adrede- ¿señorita? entonces, ¿cuántos
años tienes?- dijo burlonamente.
-Pues para tu información señor tengo dieciseis años – Dije con un fingido enfado.
-Mmmm… pues eso una niña.
- Dudo que tengas muchos años más que yo para
llamarme niña-.Protesté.
-Cuatro más concretamente, pero para mí la edad no
se mide por años, sino por experiencias-. De repente ambos nos pusimos serios.
Volví a recordar todo lo que había pasado aquel eterno día que aún no había
acabado, y comprendí que aquella conversación que me había hecho olvidar por un
momento lo sucedido solo había sido un pequeño paréntesis que se acababa de
cerrar.
-Y hay algunas que te hacen madurar más deprisa que otras…-murmure para mí.
Jack me miró y al darse cuenta de que la
conversación ya había acabado y cambió rápidamente de tema.
-Creo que las heridas que tenían más riesgo de
infectarse están sanadas, vamos al coche que todavía nos queda un buen camino-
sonrió forzosamente y volvió a su asiento, yo le seguí y volvimos a ponernos en
marcha.
Estábamos callados, era un silencio incomodo. Ahora
que lo pensaba tenía hambre, mucha. Me maree, me sujeté la cabeza, realmente
estaba en muy mal estado tanto físico como psíquico. No sé qué hacer, estoy
asustada y sin salida, pero y si… Me resisto a llorar, no merece la pena o,
¿acaso cambiará algo eso? Me trago el nudo que tengo en la garganta y reprimo
las lágrimas.
-Si te mareas deberías relajarte e intentar dormir
ya te avisare cuando lleguemos. Así se te hará mas corto el camino.-Lo dijo sin
esperar ninguna respuesta, sabía que no la tendría.
No quería dormirme, no quiero bajar la guardia y
encima causarle a Jack la molestia de tener que despertarme. Pero al final el
cansancio acaba por vencerme.
Despierto pero todavía no abro los ojos, no
reconozco donde estoy, no es el duro asiento del coche de Jack, tampoco era mi
cama. Decido abrir los ojos y volverme a enfrentarme a mi vida.
Me encuentro en una habitación, pero no la
reconozco. Todavía es de noche. Tengo mucha hambre y no me paro a pensar en que
no tengo ni puta idea de donde me encuentro, me dirijo a explorar la casa
esperando encontrar la cocina. Suerte que es pequeña y pronto la encuentro, está
en la misma habitación que el salón, solo les separa una pequeña barra. Veo la
nevera voy directamente hacia ella, la abro, no hay nada especial e intento
buscar algo.
-Si tenias hambre no tenías mas que decirlo.
Oigo una voz y me giro asustada. Cuando descubro que
es Jack respiro hondo y me tranquilizo.
-Lo siento... es que… no quería molestarte- no sabía que decir-
¿dónde estamos?
-No pasa nada- sonrió- pues en mi casa-ríe burlón- es
que me dio pena despertarte y como me dió la impresión de que no sabias muy
bien a donde ibas te traje aquí. Siento si te molestó- lo dijo como si no fuera
nada del otro mundo, como si siempre que te encuentras a alguien lo llevaras a
tu casa para darle una cama donde dormir.
La verdad es que Jack era muy simpático y amable,
siempre tenía esa maravillosa sonrisa en la cara, me animaba mucho ver a
alguien que siempre está contento, o al menos lo aparentaba. A pesar de cómo me
encontraba en esos momentos intente ser todo lo amable posible, Jack era el
único que me había ayudado hasta entonces y no quería estropearlo.
-No lo sientas soy yo quien debería agradecerte que
me hayas acogido a pesar de que lo primero que haya hecho ha sido venir a tu
nevera y coger algo sin pedir permiso- dije ruborizada por la vergüenza.
-Da lo mismo coge lo que quieras aunque tampoco hay
mucho, acabo de llegar de Italia.
-¿Italia?-dije sorprendida, siempre me ha encantado
ese país aunque nunca he tenido la oportunidad de viajar allí.
- Me encanta ese país de pequeñita me imaginaba que
viajaba allí y que comía montones y montones de pasta.- no se porque dije eso,
de hecho ese siempre había sido uno de mis secretos inconfesables. Me giro para
mirar a Jack y le veo reírse a carcajadas,
me pongo roja de vergüenza pero empiezo a reírme igual hasta que me
entra flato. Cuando ya ambos nos hemos calmado un poco. Jack sirve leche en
unas tazas y coge unas galletas. Las pone en la pequeña barra y me hace una
señal indicando que me siente, él se sienta enfrente de mí, ambos seguimos
sonriendo.
-No son espaguetis a la carbonara pero es lo que
tengo- dice con sorna.
-No te lo he dicho para que te burles de mis sueños
infantiles- digo con falso enfado. Y ambos reímos de nuevo. Me vuelvo a marear,
me duele mucho la cabeza de los golpes. Él me mira preocupado pero no dice
nada, sabe que no quiero hablar del tema.
Jack termina antes que yo, pero no se mueve de su
sitio, intenta no mirar demasiado mis moratones para no crear una situación
incómoda, pero no es capaz de controlar alguna que otra mirada de reojo. Hay un
silencio entrre ambos un tanto agobiante.
-Si quieres cambiarte en la habitación en la que te
deje hay ropa de mi hermana, es un poco vieja pero creo que más o menos es de
tu taya.
La verdad es que me sorprendió mucho, no entendía
como alguien podía ser tan amable, solidario y comprensivo conmigo, que ni
siquiera me conocía.
-Muchas gracias, pero… ¿no lo echara en falta tu
hermana?- si vivía allí no le haría mucha gracia que me aprovechara de todas
sus cosas. Se puso muy serio.
-Ella… ya no vive aquí- tenia la mirada perdida y no
parecía muy seguro de lo que decía.
-Aun así, ¿no le molestara que coja sus cosas?
-No creo- dijo, cada vez estaba más serio.
-¿Seguro?, no quiero molestar a nadie- insistí.
-¡He dicho que no la molestara!-dijo muy serio,
parece enfadado. Se levanta y va rápido hacia otra habitación. Me quedo
preocupada, no quería molestarle, pasan unos minutos y como veo que no vuelve
voy a pedirle perdón, había ido a su habitación. Llamo a la puerta pero nadie
contesta, decido entrar.
Jack está sentado en el borde de su cama, sollozando,
me acerco a él, no se muy bien que hacer, me siento a su lado y le paso el brazo por el hombro, nunca se me a
dado bien consolar a la gente pero sigue llorando y esa sonrisa que yo creía
que era inquebrantable había desaparecido. Fue un impulso tonto pero sin
pensarlo siquiera lo abracé, nunca lo hubiera pensado pero él aceptó mi abrazo
y lloró sobre mi hombro. Estuvo llorando un buen rato hasta volver a pronunciar
palabra.
-Está muerta- Lo dijo entre sollozos todavía, no
sabía quién se refería.
-¿Quién?
-Ella… Carla
No sabía quién
era y tarde unos minutos en decidirme a preguntar de nuevo.
-¿Quién es Carla?
-Mi hermana- dijo ya más tranquilo y mirándome a la
cara. Sus ojos violetas estaban apagados y todavía húmedos y rojos. Sin saber
por qué estuve apunto de ponerme a llorar.
-Lo siento mucho… no debería haber preguntado… soy
gilipollas de verdad- no sabía qué decir, de verdad lo sentía muchísimo porque
había hecho que la única persona que me había ayudado en mucho tiempo llorara.
A lo mejor me merecía todo lo que me estaba pasando…
-No te disculpes tu no sabias nada- todavía me
pregunto cómo alguien puede ser tan bueno, le acababa de hacer llorar y aun
así no aceptaba mis disculpas.
-¿Cómo puedes ser tan bueno?-sonó muy ñoño pero me
salió del alma. El sonrió pareció que mi pregunta le había pillado
desprevenido. Pero al menos pude ver esa sonrisa otra vez, yo también sonreí,
se me hacia raro después de tanto tiempo si hacerlo.
-Gracias…-eso era todo lo que pude decir en esos
momentos un estupido gracias pero en realidad no sabía cómo decirlo pero tenía
la sensación de que un simple gracias se quedaba corto.
-¿Por qué?
-Por todo
No dijo nada pero se acerco a mi, mucho, agacho su
cabeza nuestras narices casi se rozaban, le mire a los ojos, esos ojos violetas…
Agache la cabeza, levanto su mano y me cogió la
barbilla, dulcemente, era más bien como una suave caricia, dirigió mi cara para
que le volviera a mirar.
-A estas alturas ya no sé quién es el que tiene que
dar las gracias a quien- dijo con una
voz suave en un susurro.
Se acerca todavía más, siento su aliento y respiración, cierro los
ojos y pronto siento el suave tacto de sus labios carnosos fundiéndose con los
míos en intento de transmitir todo lo que ambos sentíamos en esos momentos. Cuando se separo de mi sentí que me
faltaba algo, le echaba de menos y estaba a mi lado. Le abracé fuerte, le
necesitaba todo lo cerca posible, él era la única persona que me hacía sentir
bien. Él también me abrazo fuerte, ambos podíamos sentir la respiración del
otro. Empezó a jugar con mi pelo y acariciarme suavemente la cabeza. Me apoyé
en su hombro, nunca pensé que pudiese sentir algo así por alguien a quien ni
siquiera conocía, pero así era, me había enamorado de Jack y de su maravillosa
sonrisa.
▲
Me despierto, pero no abro los ojos, no sé si podre,
siento besos en el cuello, no, otra vez no, deseo con todas mis fuerzas que hoy
se compadezca de mí y me deje en paz, pero sé que no será así y que un día más
será una pesadilla interminable. Tiemblo al pensar que nada ha sido real, que
todo ha sido un bonito sueño, pero irreal. Me quedo inmóvil e intento reprimir
las lágrimas, solo aprieto los ojos y espero a que el día se vuelva a acabar,
para empezar otro igual al anterior.
Para al notar que estoy asustada, ¿por qué? Nunca
antes le había importado si sentía miedo o no simplemente ignoraba mis
sentimientos. Una mano me acaricia la mejilla, que raro…
-Shhh, tranquila princesa soy yo.- sabia de quien
era esa voz, la reconocía a pesar de que era casi desconocida. Me alegré al
saber que no había sido un sueño y que, a pesar de las condiciones en las que
lo había hecho, había conseguido escapar del aquel infierno. Pero lo que más me
alegraba, más que todo, era que él
siguiera ahí, de que no hubiera desaparecido en una nube de falsas ilusiones y
sobretodo de que estuviera conmigo en esos momentos. Sonrío, no puedo evitarlo
cuando esta él cerca. Me aprieto contra su pecho y él me abraza por la cintura.
Pasa un tiempo en el que parece que nadie más existe nada más que nosotros dos,
pero como todo llega a su fin, esto no iba a ser menos. Llaman al timbre, Jack suspira, se separa de mí y se levanta
para ver quién es. Observo que lleva la misma ropa que ayer, no se separo de mí
desde que me dormí en su abrazo, ni siquiera para cambiarse. Sigo sonriendo y
por una vez en mi vida tengo esa
sensación que no puedo dejar de hacerlo. Sale de la habitación y me pongo bocabajo en la cama tapándome
con las mantas y de nuevo quedándome
dormida.
Esta vez por poco tiempo hasta que Jack llega,
entonces salta en la cama y empieza a hacerme cosquillas, no puedo aguantar ni
la risa ni el susto, no me lo esperaba.
-¡DESPIERTA! Llevas toda la noche y parte de la
mañana durmiendo, eres una dormilona.- se ríe a carcajas mientras yo intento
zanjarme de su ataque de cosquillas.
-¡SUELTA, SUELTA!-digo con desesperación, al final
me suelta y sigue riéndose un rato.
-Bueno, ¿quiere desayunar la señorita?
-La verdad es que hay hambre- reí.
-Pues no será por todas las energías que as gastado
¿no?- dice burlón mientras vuelve a acariciar el moratón de mi mejilla. Se
vuelve a levantar, esta vez va a la cocina a hacer el desayuno. Me lo pienso un
rato antes de levantarme pero finalmente lo hago me dirijo a la habitación de
la hermana de Jack y cogí algo de ropa, creo que me estaría un poco grande pero
bueno, más o menos bien. Me dirijo al baño, necesito darme una ducha. Cuando
termino cojo una toalla me seco y me visto. Me miro al espejo, estoy llena de
moratones y cicatrizes, pero almenos ya no estoy ensangrentada.
Llego a la cocina,
todo estaba servido ya en la barra, no era mucho pero suficiente, unas
tostadas y leche. Jack ya estaba desayunando, cuando entré se paró a observarme
y sonrió. Me senté, esta vez a su lado y empecé a desayunar. Todo estaba en silencio
y pensé en si a lo mejor debería contárselo, contarle el por qué de estar allí
en ese momento y el por qué de mis heridas. Al fin y al cabo él me había
contado lo de su hermana y yo ni siquiera había podido hacer nada por él. Decidí que sí.
-Ese día me desperté como otro cualquiera, estaba
asustada pero no tenía nada que hacer, solo esperar a que el día acabara.
-¿Qué?- al principio no lo comprendió pero seguí
hablando.
-A las nueve todavía no había llegado… pero no
tardaría- respire hondo - Se abrió la
puerta y empecé a temblar, ya iba borracho, corrí arriba en un fallido intento
de esconderme- tragué el nudo que tenía en mi garganta, no sabía si podría
continuar.
-No hace falta que me hables de ello si no quieres.
-Necesito hacerlo-contesté y seguí con mi terrible
historia- subió detrás de mí riéndose a carcajadas, cuando me encontró me
agarró del pelo y me tiro al suelo, empezó a darme patadas y golpearme, me
quiso castigar por haber intentado escapar- comencé a sentir un extraño frio en
mi al recordar esos momentos y empecé a temblar. Jack me sentó en sus rodillas
y me abrazó, siempre sabía lo que necesitaba- volvió a agarrarme del pelo y me
levantó, esta vez no solo para propinarme un puñetazo-me rocé el moratón de la
cara, no pude evitar por más tiempo las lagrimas- intentó… -dude en decirlo.
-No hace falta que lo digas, lo entiendo-Menos mal
que lo entendió porque no me sentía capaz de pronunciarlo.
-Gracias. Entonces, alguien llamo al timbre, mi
salvación, no pensé en lo que ocurriría simplemente actué impulsada por el
miedo, rompí el cristal de la ventana y escape
por ahí. Corrí, corrí hasta que deje de escuchas sus maldiciones a
gritos, después empecé a andar hasta que me fallaron las piernas- cuando terminé de contarlo todo
mis ojos estaban rojos de tanto llorar y me abrazaba fuerte a Jack ,él había
sido mi única salvación.
-¿Quién era él?, ¿quién te hizo todo eso?- preguntó
muy serio cuando me había calmado un
poco.
-Él…
-¿Si?-insistió.
-Era mi… padre- dije temblando. Me abrazó mas fuerte
todavía, y se lo agradecí.
-Tranquila, todo irá bien ¿vale? Lo primero es ir a
un hospital para que te curen bien todas esas heridas que tienes, sino se te
infectaran y acabaran en un problema grave, y después veremos que hacemos. ¿Te
parece bien?- dijo acariciándome la cabeza.
-Sí, pero, ¿puedo quedarme aquí con migo?- le
supliqué todavía sollozando.
-Todo el tiempo que quieras mi princesa-. Justo lo
que necesitaba oir, como siempre.
Después de comer fuimos al hospital, no eran golpes
demasiado graves pero el doctor se sorprendió de ver mi cuerpo tan
magullado. Más tarde, después de comprar
un poco de comida, Jack me acompaño a poner la denuncia, no fue nada fácil pero
él me convenció de que era necesario. En las siguientes semanas Jack arreglo
unos papeles para que le dieran autorización legal para convertirse en mi tutor
ya que como soy menor no puedo andar por
ahí sin padres ni nada. Y al final del verano me matriculo en un instituto para
que acabara mis estudios.
-Gracias- le dije una noche.
-¿Por qué?- realmente parecía sorprendido.
-Por todo, por cuidarme, por escucharme y sobre todo
por estar aquí con migo-. Dije, en ese momento por mí hablaba mi corazón.. Me
besó, sonreía, siempre que lo hacía con esa sonrisa suya que me enamoraba, me
derretía y pasaba a ser solo suya, por siempre.
-Y lo hare durante todo el tiempo que tu quieras- me susurro al oído antes de fundirnos en un eterno abrazo de amor.