Nunca había pensado que mi vida pudiera dar un giro tan grande con apenas 18 años, estaba empezando una carrera, de dibujo, ya que eso era lo que me hacía sentir bien, sentir que servía para algo, sentir que iba a llegar bastante lejos, pero de pronto una persona se metió en mi vida e hizo que todos mis sueños, todas mis esperanzas se fueran a pique, convirtiendo mi vida en un INFIERNO.
Todo empezó aquel día, el día que buscaba todo para empezar las clases, las clases que pensaba que cambiarían mi vida. Ya había conseguido todo lo que necesitaba pero aún me faltaba encontrar un lápiz de grafito, algo tan simple pero que en verdad me costó encontrar. Caminaba verdaderamente tranquila por la calle, buscando la librería la cual me indicaron que si les habían llegado esos lápices, cuando sin saber por qué me había distraído y me tropecé con alguien. Alcé la vista y lo vi, en ese momento me quede embobada, agarre la mano que él me tendió y entonces pude contemplar aquel rostro, el rostro que no pensé que fuera a estropearme la vida. Era moreno de ojos claros, azules, azules como el mar, era perfectamente guapo. Y las primeras palabras que cruzamos fue:
- - Lo siento, no veía por donde iba ¿Estás bien? –Me dijo.
Esas palabras nunca pensé que fueran malas. Pronto quedamos, hablamos durante mucho rato, hasta que ambos nos enteramos de que íbamos a la misma clase, estábamos ambos estudiando en, Bellas Artes. Pronto nos fuimos conociendo más en las clases, y pronto tuvimos ,si se puede llamar así, nuestra PRIMERA CITA.